martes, enero 30, 2007

La tristeza más triste

¨La tristeza más triste se oculta tras una máscara de fiesta. ¡Que angustia hay que tener, Dios mío, para andar siempre de bailoteos, con la jarana y la sonrisa en los labios!¨

Inventario con fondo poético

¨Al llegar la noche nace de nuevo La Habana, vuelve. Se toca entonces su contorno, y se ven hasta las venas de su cuerpo interior. Una esquina puede ser de súbito un paraíso. No se sabe por qué, pero esa esquina se llena de una quietud, de una brisa inmóvil, de un susurro apagado, acariciador. Es la ciudad. Pega su epidermis a la epidermis del paseante nocturno. Hay una sensualidad serena. No excitante, como la del sexo, sino sensualidad apaciguadora, sedante, paradisíaca. En La Habana se está, se instala el paseante en ella, como en una barca quieta en el mar. Aquí se comprende como en parte alguna por qué dijo el filósofo ¨la noche quita cuerpo y el día quita alma¨. Si la gente, aún la más vulgar, recuerda tanto las noches habaneras, es porque cuánto se realiza en esa noche tiene un tinte especial, un sonido de oro puro, una carga de alma. La noche habanera está poblada en lo alto de unas nubes benignas, que recuerdan mucho las figuraciones que del cielo hacía El Greco. No deja de ser curioso que el pintor a quien uno recuerda más en cuanto piensa en la noche habanera sea éste tenido por sombrío y no alguno de los maestros considerados como padres de la luminosidad. Es porque El Greco lleva su loz por dentro, como La Habana, ciudad nocturna interiormente radiante; y luminosa en las entrañas.¨

Gastón Baquero, ¨La mítica ciudad llamada La Habana¨ (ca.1960)

Inventario místico

¨La ciudad respiraba silenciosa el escaso aire de la noche, en un sueño espléndido. Dormida, La Habana era mucho más hermosa. En la ciudad desierta, el silencio era perfecto. Casi al alcance de nuestras manos, los muros de La Cabaña, la fortaleza más hermosa que los españoles dejaron en América, seguían los caprichos de la ladera, sin desprenderse de ella por un momento, hacia el mar. La estatua del Cristo, irónico regalo de un régimen despiadado, grande, enorme, pero desprovista de grandeza, elevaba sobre nuestras cabezas sus pliegues de piedra, compasivo y ajeno, como si lo hubieran instalado allí sin preguntarle y se sintiera fuera de lugar para siempre. ¨

Calvert Casey, ¨El Centinela en el Cristo¨, Memorias de una isla (1960)

Inventario minúsculo

¨Los barcos entran en el puerto de La Habana
como gigantes ciegos
tanteándole el alma a la bahía...¨

Raúl Rivero, Papel de hombre (1970)

Inventario Célebre

¨(...) Éste no es el centro
del mundo pero es el centro de mi mundo, el centro
de la ciudad más clara
de la tierra, un lugar en que se cortan dos calles que
nacen en el mar
y mueren en la violencia de la lluvia, en la limpia
ciudad de la muerte.
Éste es el centro de mi mundo. Éste es acaso el
verdadero centro del mundo.¨

Fayad Jamís, ¨12 y 23¨, Abrí la verja de hierro (1973)

Inventario manuscrito

¨En La Habana he visto, bebido más que en parte alguna el alba, el alba hasta que salía el sol que me asustaba. Me llamaba, aún dormida me llamaba. En la Calle23 pegadita al suelo la veía por las entreabiertas persianas. El desvanecerse del azul, el clarificarse, la blancura celeste sobre el Morro. Y luego ya más visiblemente y con mayor libertad desde aquel minúsculo cuarto mío suspendido sobre la bahía, casi toda ella aparecida como una diosa sin sombra de pesar. ¨

María Zambrano, Carta a José Lezama Lima (1976)

Abierto por Inventario

¨Ya la horrible ciudad -la nuestra- nos muestra su grotesco perfil. Ya se cierne sobre el mar su silueta horrorosa, ya blanquea bajo el cielo, ya se distingue en el aire, ya contamina nuestra vista. Rápido, rápido, no esperes más. Ciudad que vista de lejos parece que aún existe, ciudad que es una prisión candente; ciudad que vista de lejos parece que sus casa fueran casas, sus edificios, edificios, sus calles, calles,; ciudad que es un recinto envenenado donde la palabra se custodia, el sueño se vigila, los pasos se siguen, y los himnos malditos resuenan perennemente. Ciudad que vista de lejos parece que aún existe, ciudad que por dentro es un inmenso sarcófago. Bien cerrado, bien cerrado... Ciudad que vista de lejos parece que aún posee árboles, una avenida donde a veces es grato respirar, ciudad que es una garganta rugiente, una contaminación tétrica, un veneno estricto, una esquina sórdida y supervisada, un foco descomunal, alumbrándonos...¨

Reinaldo Arenas, Otra vez el mar (1982)

Inventario memorable

¨¿Pero qué es esto? ¿Otra vez España? ¿Otra vez la Andalucía munidal? Es el amarillo de Cádiz con un grado más, el rosa de Sevilla tirando a carmín y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez... La Habana surge entre cañaverales y ruidos de maracas, cometas divinas y marimbos... Y surgen los negros con los ritmos que yo descubro típicos del gran pueblo andaluz, negritos sin drama que ponen los ojos en blanco y dicen ¨nosotros somos latinos¨.¨

¨La llegada a La Habana ha sido un acontecimiento, ya que esta gente es exagerada como pocas. Pero Habana es una maravilla, tanto la vieja como la moderna. Es una mezcla de Málaga y Cádiz, pero mucho más animada y relajada por el trópico. El ritmo de la ciudad es acariciador, suave, sensualísimo, y lleno de un encanto que es absolutamente español, pero de lo más característico y más profundo de nuestra civilización.¨

¨Yo naturalmente me encuentro como en casa. Ya vosotros sabéis lo que a mi me gusta Málaga, y esto es mucho más rico y variado. Por ahora no sé deciros más. A cada momento tengo la impresión de encontrarme a los amigos detrás de la esquina y a cada momento tengo que pensar que estoy en el mar Caribe, en las hermosísimas Antillas, para no hacerme en Vélez o en Motril. El mar es prodigioso de colores y luz. Se parece al Mediterráneo, aunque es más violento de matices...¨

Federico García Lorca, Cartas (1930)

Inventariando

¨La Habana está en mi imaginación y mi anhelo andaluces, desde niño. Mucha Habana había en Moguer, en Huelva, en Cádiz, en Sevilla. ¡Cuántas veces, en todas mis vidas, con motivos gratos o lamentables, pacíficos o absurdos, he pensado profundamente en La Habana, en Cuba! La extensa realidad ha superado el total de mis sueños y mis pensamientos; aunque, como otras veces al ¨conocer¨ una ciudad, la ciudad presente me haya vuelto al revés su imagen de ausencia y se hayan quedado las dos luchando en mi cámara oscura. Mi nueva visión de La Habana, de la Cuba que he tocado, su existencia vista, quedan ya incorporadas a lo mejor del tesoro de mi memoria.¨

Juan Ramón Jiménez, Mi diario Poético, 1936-1937

domingo, enero 28, 2007

Empezemos el inventario

¨Francamente, sigo considerando La Habana como un sepulcro. Un vasto sepulcro dividido a su vez en sepulcros más pequeños. Pero aclaro enseguida que tal impresión sepulcral no tiene nada que ver con esas típicas sensaciones de aplastamiento propias de las grandes ciudades. (...) No, si yo digo que la ciudad me sigue pareciendo un vasto sepulcro se debe pura y simplemente a una contingencia privada y personal: me refiero a la miseria. Así como el Vía Crucis de la Pasión tiene sus Estaciones, así también tengo por la ciudad señaladas mis tumbas, partes de ese vasto sepulcro, y en el correr de los años y tras algunos pasados en el extranjero no he logrado que tal impresión desaparezca, o, al menos, se atenúe. Y si voy a hablar con mayor franqueza, aunque tenga que enfrentarme con el ridículo, declararé que hasta evito cuidadosamente ciertas calles y ciertas casas en las cuales estas marcas de la miseria me hicieron padecer más de lo acostumbrado. Pero aclaro también en seguida que si las evito es precisamente porque ni una pizca de deleitación hay en mi alejamiento de ellas. Sencillamente las veo como puentes cortados, fragmentos de mi exitencia que en nada me religan ni podrían religarme con mi vida presente. ¿Que tengo yo que ver, por ejemplo, con el Virgilio del año 38, inquilino de un cuarto en la calle de Galiano? Y si fatalmente debo pasar por tal lugar lo observo con la misma indeferencia que todo mi ser asumiría ante el sepulcro de Tutankamon... No podría tener piedad con cadáveres ajenos. Entre estos milenarios también el mío de ese año 38 (...)¨

Virgilio Piñera, La Vida tal Cual (ca. 1950)

miércoles, enero 24, 2007

Niños, de Fidelio Ponce


Fidelio Ponce (1895-1949) Angustias, soledades, miserias e infortunios son inspiraciones recurrentes en sus obras donde está plasmada la frustración de las calamidades que transitó y la incongruencia entre su quehacer como pintor de anuncios y carteles, apremiado por la propia subsistencia y su inspirada vocación de artista.
Entre figuras alargadas, monocratismos y abstracciones, este gran artistas sacude los límites de la enfermedad y la muerte.

jueves, enero 18, 2007

Un vistazo


No sé por qué me empeño en el pasado, debería hablar de los asuntos actuales, del día a día, de lo que me pasa ahora mismo en esta latitud del mundo en la que me encuentro. No entiendo por qué estrujo los recuerdos cuando hay tanto de nuevo en mi vida, tanto de nuevo y asomboros a cada paso. Este incesante regreso a las fotografías y a las ideas vagas que me llegan de la isla ha comenzado a provocarme como un cansancio de la memoria.

Artilugios


plagio la palabra ....... gracias Ale por darme un buen tema

Entretanto

A veces me paso días sin darme una vuelta por acá, porque como escribió Virgilio Piñera en su Falsa Alarma, -Un tema siempre es un tema-, y cuando no tengo un buen tema pues no me motiva el regreso, y aunque me ausento nunca me alejo, solo me quedo viajando un poco, como viajamos los cubanos, en sueños.