martes, enero 30, 2007

Inventario místico

¨La ciudad respiraba silenciosa el escaso aire de la noche, en un sueño espléndido. Dormida, La Habana era mucho más hermosa. En la ciudad desierta, el silencio era perfecto. Casi al alcance de nuestras manos, los muros de La Cabaña, la fortaleza más hermosa que los españoles dejaron en América, seguían los caprichos de la ladera, sin desprenderse de ella por un momento, hacia el mar. La estatua del Cristo, irónico regalo de un régimen despiadado, grande, enorme, pero desprovista de grandeza, elevaba sobre nuestras cabezas sus pliegues de piedra, compasivo y ajeno, como si lo hubieran instalado allí sin preguntarle y se sintiera fuera de lugar para siempre. ¨

Calvert Casey, ¨El Centinela en el Cristo¨, Memorias de una isla (1960)