domingo, agosto 26, 2007

Costa Rica-Nicaragua-Honduras-El Salvador-Guatemala-México-Estados Unidos


Hacía dias ya que me había preparado para la partida, todos los dias eran al otro dia, la jornada que vendrá sin poder hacer nada, sin tener más nada que decir, sin querer decir más nada, todo sobre aquella ciudad estaba ya dicho, no pensaba estirar com a un chicle la hora de la despedida, yo estaba allí, pero para mi ya habia comenzado el viaje, yéndome de las cosas, de las calles, de las noches, poco a poco. Así es como a veces se regresa al pincipio, a aquella sensación que dicen se percibe cuando venimos al mundo, como de caerse al vacío, así se siente un poco cuando te vas a lo desconocido, cuando te lanzas al riesgo, cuando te expones a los límites del cuerpo y la mente, ante todo lo que es un reto magnífico, un fin que justificaría los miedos. Entonces pongamos que un pequeño nacimiento ocurre, algo palpitante, tembloroso, un poco deforme todavía se ha ido acurrucando en todo el cuerpo, pero aún no se ha hecho notar. La escapatoria, la huida definitiva, el alejamiento por consecuencia de una época incómoda en que tuve que soportar una tristeza menos acostumbrada y ante mis ojos el camino, solo camino frente a mi, y algo como un espejo en el corazón, las montañas abriéndose en un simulacro de olas, los bosques blandos que jamás hubiera querido, y mucha luz, eso si, mucha luz. Rostros, mi poco empeño por recordar nada, a nadie, horras corrientes, minutos corientes, que solo dibujan un alejamiento, un cambio de ruta, un desafío a la constancia. Lo que se había ido pegando al cuerpo, acurrucado y mudo, se fue desgarrando lentamente por tanta oscuridad y la encerrazón, me lastimó hasta que se quedó quieto en mi garganta y ya no me dejó respirar porque crecía y no le alcanzaba mi boca me fue ahogando su propio ahogo. Y cada vez más mio, más adentro, más reconocible su turbadora presencia.  Otra tarde y otra noche, todo tan sucio, tan triste, de veras triste, de una tristeza de magnitudes importantes. Y lo único mio allí, creciendo, haciéndose grande. Cuantos dias con sus noches, cuantas horas con sus minutos, cuantos nacimientos y cuantas muertes se pueden soportar en una sola bocanada de aire, cuantos gritos sin voz, cuanta agua puede salir del cuerpo estando vivo, y pienso en todo lo que no sé, en todo lo que me gustaría saber, algo que fuera exacto. Se llega a odiar mucho a las aproximaciones, morirse próximamente, llegar próximamente, todos merecemos que nos ubiquen en un determinado momento, no importa que sea un error, no me importa, esos espacios vacíos son las ciudades donde habita lo eterno, el pozo oscuro que es lo indefinible. Simplemente se va sobreviviendo, las fuerzas que se reponen, el recuerdo como lo único que nos pertenece, los sueños que se agotan o se cambian y uno se cansa de soñar y no le importa porque ya nada es lo mismo. ¿Sabes? Eso que crece dentro de uno, esa cosa que es como un tumor maligno, que se hace gigante, enorme, que no cabe dentro del cuerpo y supera nuestras vidas y nos golpea con nuestra propia insignificancia, y nos desnuda hasta la simpleza, eso que es tan irreal, el límite de los mortales, el gran equívoco, el error insuperable, la imperfección por fin revelada, lo que termina con todas las filosofías y los dogmas y las creencias y lo probable. El miedo.

lunes, agosto 20, 2007

Y ahora que?

No importa donde me encuentre ahora ni lo que me haya costado llegar hasta aquì, la geografìa solo sabe que hay una latitud perdida a la cual pertenzco, ¿puede dolerse un isla? Lo que he visto, lo que he sentido, todo lo que he esperado despierta, frìa, palpitante, creyèndole a todo. Las horas que pasaron y ahora son las horas màs tristes y reales. Todo lo que parecìa que se iba a terminar, la vida que chillaba, la resistencia en la cuerda floja, mi fuerza trasnochada, cansada. La belleza y la fealdad con la misma intensidad y los espejos recordàndome todo el silencio.